miércoles, 16 de febrero de 2011

Algo funcionaba mal

  
Alguna vez me han dicho que soy un poco raro. Yo siempre he dicho que soy una persona de lo más normal. Sobre todo si partimos de la base de que yo nací en Cullera. Una ciudad donde se pelean entre bandas de música y en la cual ser fallera mayor o camarera de la virgen en las fiestas del pueblo es la máxima aspiración de sus ciudadanos. Cuando alguien visita Cullera se sorprende enseguida del número de desperdicios humanos que viven en la ciudad, o del índice de alfabetismo que asola la población (analfabetismo funcional, se entiende) algunos son hijos de la generación que vivió durante la famosa Ruta del Bacalao, que devastó la ciudad en su día. De hecho, muchos de los de mi generación fueron concebidos en la misma ruta, cuando sus padres iban pasados de pastillas y no tomaron precauciones. Ahora corretean con sus motos o sus coches y el tunning es su máxima afición. Con este panorama es muy raro que haya nacido un ser como yo en el litoral valenciano.

Pero a esto hay que sumarse otras rarezas de índole familiar. Por poner un ejemplo, recuerdo una discusión entre mi padre y mi madre. Ese día llovía y mi padre se asomó al balcón. Al volver al comedor dijo que había meado por el balcón mientras llovía y que las gotas de su orín se habían mezclado con las gotas de lluvia.

- Y no sabéis lo mejor -dijo- el mayor placer del mundo es cuando una de las gotas de lluvia te golpea en el piu.
- ¿Pero tú estás loco? -gritó mi madre.

Yo esperaba una reprimenda monumental por parte de ella diciéndole que no hiciera eso. Pero me sorprendió su respuesta.

- ¿No te das cuenta de que te verán del edificio de enfrente y allí vive la amiga de la que trabaja conmigo?

En vez de cantarle las cuarenta lo que le preocupaba era que viesen a su marido mear por el balcón.

Desde ese día, cada vez que llovía mi padre salía al balcón  y decía entre risas que iba a mear. Mi madre se enfadaba. Yo comía mi plato de la cena ajeno a todo, escuchando atentamente. No supe hasta mucho tiempo después que todo aquello no era normal.

Y lo que me extraña, es que todavía la gente me diga que soy raro, cuando en estas circunstancias haber salido así, tan normal, tan pacífico, tan inteligente, es lo más extraño del mundo.


2 comentarios:

  1. No te conozco mucho tiempo, pero a mí no me pareces alguien raro.
    Tampoco me pareces un cromo más de los que andan por ahí en masa, sin nada que decir, nada que argumentar, queriendo aparentar por una forma de vetir, lo que piensan o no piensan.

    Supongo que poco tiempo pero el suficiente para decidirlo. No. No eres raro.
    Con esto que voy a decir a lo mejor hasta te piensas que estoy enamorada de tí...jejeje. A ver, una vez alguien me dijo de diferenciar entre raro y especial.
    Supongo que tus vivencias y tu ojo crítico, en lugar de hacerte ser un kinki más de la vida te posicionó en el otro lado, para al menos, lo que yo he visto es una persona reflexiva y con coco.

    Y un buen amigo
    Si para ello sirvió que tu padre meara por el balcón (gran hitoria por cierto, Fede, me he partido, jaja), entonces bendito sea ese día.

    Creo más en la gente que se cría con obstáculos que la gente criada entre flores.
    Tampoco es que desee hijos de la ruta dle bacalao por el mundo...pero bueno, tiene que haber de eso, para que haya d elo otro.

    Un besazo Fede, me has hecho reir! muak! Nuria

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  2. bueno, lo de ser raro, tiene matices... pero como no soy psicóloga y no me apetece soltar ninguna parrafada, dejó mi opinión personal para decírtela a ti en cualquier caso. lo que sí es cierto, es que te esfuerzas cantidad por encasillarte en eso de "ser raro". eso me parece.
    tus padres son muy grandes. el guión de médico de familia era una basura. una teleserie de tu familia hubiera sido mucho mejor sin lugar a dudas.
    en cuanto a cullera... creo que la comunidad valenciana está plagada de herencia de la ruta del bakalao... vamos, cultura por doquier.

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