Cierro la puerta con llave. Le doy dos
vueltas a la cerradura para asegurarme de que está bien cerrada. No
me fío de nadie. En la zona hay mucho yonki y puede que algún día
no tengan dinero y decidan entrar en casa para robar.
No sé a dónde voy. He salido de casa
sin rumbo y siempre que lo hago me acuerdo de Augusto Pérez, el
protagonista de Niebla. Él salió de casa y por delante se le cruzó
una mujer de la cual se enamoró instantáneamente y decidió
seguirla. Abro la puerta del portal y lo único que pasa es una china
fea que me hace abandonar la idea de seguir el ejemplo de Augusto.